«En la Sala de Prensa de la Prefectura, cuatro grandes escritorios pegados entre sí, formando un enorme cuadrilátero. En cada escritorio un periodista. La superficie está llena de cartapacios, ceniceros y teléfonos. Cuando llego, uno de los periodistas está dando una noticia por teléfono, según una hoja manuscrita que ha sacado de un cartapacio: ‘La pequeña Chantal, de 13 años, fue encontrada esta mañana a las seis horas cinco estrangulada en el bosque de Boloña…’. Un periodista viejo que lee a su lado la página del horóscopo de la revista femenina Elle, lo interrumpe: ‘Estrangulada no. Asfixiada, asfixiada con un pañuelo en la boca…’. El informante rectifica la noticia: ‘La pequeña Chantal fue encontrada asfixiada… a consecuencia de un pañuelo que se le introdujo en la boca. La víctima había sufrido, según pudo constatar la policía, graves violencias’. El periodista vecino vuelve a interrumpir sin quitar la mirada de su revista: ‘Odiosas violencias… no graves violencias. Tú no conoces el estilo’. El informante vuelve a corregirse: ‘Espere usted… la pequeña Chantal había sufrido odiosas violencias, al parecer atacada por un pervertido’. Tercera intervención del otro periodista: ‘Se dice sátiro, no pervertido… Parece que no fueras un hombre de letras’. El informante cubre el fono con la mano y se vuelve a su vecino: ‘Yo no soy un hombre de letras, ¡ah no!... nunca lo he pretendido…’, y continúa dando su informe telefónico».
Julio
Ramón Ribeyro
La tentación del fracaso. Diario
personal (1950-1978)
Seix
Barral, Barcelona, 2003, pp. 253-254.
0 comentarios:
Publicar un comentario