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El cráneo de Larra







«Es, además, el grande hombre español del que quedan los huesos –pues se perdieron los de Quevedo, los de Lope, los de Cervantes, y de Goya se perdió lo más precioso de su esqueleto: el cráneo–, y no cabe duda de que su calavera es la suya porque tiene en una sien el agujero de la bala».

Ramón Gómez de la Serna
«El centenario olvidado
(13 de febrero de 1837-13 de febrero de 1937). Fígaro»
La Nación, Buenos Aires, 14 de febrero de 1937

Estatuaria



Una estatua de panteón: la de José Francos Rodríguez, maestro excelso de periodistas.

http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0003276333&page=6


Una estatua imaginaria: la de Julio Camba, dibujada por Ramón Gómez de la Serna.

http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004855584&page=20


«Vemos estatuas que no hubo, estatuas que no hay y estatuas que no habrá nunca. Como proyectos ideales las hemos dibujado en la esquina de los papeles inservibles por haberles caído un gran borrón. Resultaban estatuas demasiado sinceras, y casi siempre las hemos roto. Las estatuas que se elevan en las plazuelas de Madrid tienen demasiado empaque y resultan poco pintorescas. Necesitamos estatuas que revelen de un modo expresivo, desde lejos, quién es el que representan. Nadie dudará, al ver a ese genio acostado y que parece que hace juegos icarios con una zapatilla, que se trata de Julio Camba, que tiene fama de tumbón».


Una estatua amordazada: la de Larra, tal y como la vio en abril de 1930 Juan González Olmedilla.

http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0003262182&page=3


«El busto de Fígaro padecía aún sus esposas de cuerdas, su coraza de arpillera, su dogal de alambres, su mordaza de trapos. Al cabo de un siglo, en la piedra del monumento, Mariano José de Larra vivía mucho más incómodamente que en los tiempos fernandinos. No pudimos –ni quisimos– resistir a la tentación. El guarda, atento al riego de los jardinillos, no nos veía. Trepamos por un borde del pedestal y, no sin trabajo, pusimos en libertad la testa amordazada del compañero. Fue un momento inolvidable. Bajo el sol y el aire de la primavera, diríase que la piedra alentaba, gozosa, en la leticia civil de verse al fin libre. Pero llegó el guarda, y, cumplidor de su deber, volvió a entrapillar a Fígaro». Y entrapillado sigue. 


Apisonadoras



http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004887559&page=17


El dibujo es de Ramón Gómez de la Serna y también el texto: «¡Lamentable máquina, que parece una rotativa que anduviera sobre bobinas de piedra sin acabar de imprimir ni tirar nunca el periódico de piedra que se podría esperar de ella!».

Este ramonismo ha sido aplastado por las metáforas periodísticas que hoy sugiere la apisonadora. 


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Entra la curiosidad repentina por saber cuándo y cómo comenzó a gestarse el tropo de la apisonadora, por si los detalles proporcionasen alguna información sobre la historia del periodismo o, no menos interesante, sobre la historia del mito romántico del periodismo. Aunque, bien pensado, la cuestión ya habrá dado lugar a una copiosa bibliografía, no en vano somos la tercera potencia mundial en estudios de comunicación. Si lo dice el SCImago…



Huesitos


O poeta, grabado de Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete.








«Eu son dos que estruchan a cara para apalpar a propia calivera».
Castelao, Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete


El humor nos tienta la calavera, la verdad descarnada de la calavera que somos. Porque la calavera que seremos no tendrá siquiera aliciente para las cosquillas macabras de los vermes que nos dejarán mondos y lirondos. Los huesos póstumos solo sirven para los ejercicios tétricos del barroco o los monumentos funerarios de Ligier Richier. Larra, cuando dejó de sacudirnos zurriagazos a los huesos y empezó a fantasear con el cráneo post mórtem, estragó su genio satírico: en la cuenca que abrió la bala suicida ya antes de ser disparada no cabía un ojo de vidrio.

Por un ojo de vidrio miró Henri-Gustave Jossot para dibujar sus refroidis y también Carlos González Ragel, quien retrataba los cuerpos en su más pulida osamenta. Ragel, alias Skeletoff, fue uno de los inverosímiles personajes del Madrid de principios del siglo pasado. Eusebio Cimorra lo recordaba así:  

«Otro tipo era Esqueletomaquia, al que llamábamos así por su descubrimiento de un arte nuevo: la caricatura anatómica. O sea, nada de narices desfiguradas, cabezas minúsculas o gigantescas y demás gilipolleces del caricaturismo convencional. Lo que él hacía era la caricatura del esqueleto, incluida la calavera y, dentro de los que cabe, con un gran parecido. Lo malo es que el tétrico Esqueletomaquia, con su aire de sepulturero de Shakespeare, iba ofreciendo sus macabros servicios de Saint-Saëns del lápiz a la poca evolucionada clientela del Colonial y, claro, ésta no se dejaba.
     –No se desanime usted, amigo –le consolaba don Rafael [Cansinos Assens]–. Lo que usted hace es verdaderamente revolucionario: la caricatura de ultratumba, la caricatura ultraísta».

Pero no eran sus caricaturas de ultratumba, ni tampoco un memento mori: eran las radiografías que tomaba un Mefistófeles burlón. Para encontrar a alguien que lo entendiese, González Ragel tendría que haber salido del Colonial y acercarse a Pombo. A Gómez de la Serna, que no le bastaba con palparse la calavera, sí le hubiese gustado ver su esqueletomaquia. De hecho, llegó a someterse al método sucedáneo que le ofrecían los rayos X: «Tenía que conocer –escribió– mi faz más duradera para reconocerme entre los muertos el día de mañana y no ponerme la cabeza de otro». El resultado del golpe de magnesio interparietal fue una placa inapelable de su cráneo y, dentro de él, «un sedimento como de cenizas de algunas greguerías». 

Esqueletomaquia de Romanones, por González Ragel.

Plumas y pullas (XC)



“Al leer los periódicos en el hall de los hoteles sospechamos que alguien les ha robado la noticia más interesante”.

Ramón Gómez de la Serna


Fotografía de Louis Forsdale. Marshall McLuhan leyendo un periódico (1972). 
La ficha del archivo canadiense que conserva la foto no precisa que fuese tomada en el vestíbulo de un hotel, pero tampoco lo descarta: "Place of creation. No place, unknown, or undetermined". 

Plumas y pullas (LXXVI)



“El periodismo es esa vieja profesión que ha logrado la supervivencia de muchos escritores y que ha destruido a otros tantos. Casi todos han dicho que el periodismo era un infierno, pero en realidad resulta ser un infierno con varias de las tentaciones de un paraíso”.

Valentí Puig


“El literato aquí, por mucho que trabaje, tiene que cubrir sus gastos de primero de mes con el sueldo periodístico y después sufragar cada semana con los artículos de las revistas acogedoras y salvadoras”.

Ramón Gómez de la Serna


"Para mí, el periodismo es un género soberano. Uno de las grandes cosas que pueden hacerse en la vida es escribir en periódicos: artículos, crónicas, reportajes, entrevistas… lo que sea. Muchos escritores desdeñan hacer literatura en periódicos, o la hacen de manera mercenaria, para ganar dinero; en mi caso, la escritura en periódicos ha estado siempre vinculada al resto de mi trabajo, de mi propósito de ser escritor, incluso antes de empezar a publicar”.

 

“Todos prestan o alquilan sus plumas jornaleras a esos monstruos que van cada mañana y cada noche gritando por las calles. […] Mientras el libro concede cada día menos la posibilidad de una flaca ganancia, el periódico paga, si no precisamente estipendios fastuosos, por lo menos cantidades decorosas y al contado. Otorga también al contado el éxito. […] Todos los escritores españoles, con sus cuartillas bajo el brazo, tienen que desfilar ante las mesas directivas de los diarios […]. Desde Ortega y Gasset al último pelafustán”. 

José María Salaverría


"Mire, señor mío, aunque yo y mis hijos no comamos de lo que la pluma me produce, cenamos de ello".

Miguel de Unamuno


“Las formas de aristocratismo ‘aparte’ han sido siempre estériles en esta península. Quien quiera crear algo […] tiene que ser aristócrata en la plazuela. He aquí por qué, dócil a la circunstancia, he hecho que mi obra brote en la plazuela intelectual que es el periódico”.

José Ortega y Gasset

 
“Quien se entrega al periodismo, pierde en él su talento y coge sin sazonar el trigo de su gloria, si realmente era apto para recoger cosecha tan noble”.

Jules Barbey d'Aurevilly


“Pérez de Ayala escatima sus novelas. Hacía ocho años que no publicaba ninguna. Ese periodismo, ese periodismo literario. ¡Por qué ha de absorber a los que sirven para cosas mejores!”.

Manuel Azaña


Usted tiene frescura escribiendo y rasgos originales. ¡Como que es una lástima que no escriba otra cosa además de periodismo!”.

Azorín,
dirigiéndose a Corpus Barga


“El periodismo avillana el estilo”.

Ramón del Valle-Inclán


“No le exagero si le digo que me dejaría cortar las dos piernas si pudiese disponer de dos horas más de atención concentrada al día. Los periódicos me están comiendo vivo, literalmente”.

Ramiro de Maeztu


“Los mismos que lo denostaban no desdeñaron, llegada la ocasión, colaborar en la prensa”.

Clemente Cimorra