«Stepan
Arkadievich leía un periódico liberal, no extremista, sino de una tendencia
política a la que pertenecía la mayoría. Y, a pesar de que en realidad no le
interesaba la ciencia, el arte ni la política, sostenía firmemente las mismas
opiniones que la mayoría y el periódico, cambiando de ideas sólo cuando lo
hacían todos o, mejor dicho, no las cambiaba, sino que éstas se transformaban
imperceptiblemente por sí mismas. Stepan Arkadievich no elegía las tendencias
ni los puntos de vista, sino que estos venían a él, exactamente lo mismo que la
forma del sombrero y la de la levita: llevaba lo que estaba de moda. Por pertenecer
a cierta esfera social y debido a la necesidad de cierta actividad mental –que suele
desarrollarse en la edad madura–, le era tan imprescindible poseer puntos de
vista propios como llevar sombrero. […] Así, pues, la tendencia liberal se hizo
una costumbre de Stepan Arkadievich y apreciaba su periódico lo mismo que el
cigarro después de comer, por la ligera niebla que le producía en la cabeza».
Anna Karenina
León
Tolstoi
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