Un horario de trenes o un minueto


http://www.supplement-illustre-du-petit-journal.com/


«Mi ideal sería ser periodista, pero no por la aproximación a la realidad, puramente ilusoria, que ese oficio puede proporcionar. No he podido, sin embargo, someterme nunca a esa impresionante bufonada comercial. A mí me gustaría un periodismo divertido, truculento, que fuera lo suficientemente ágil como para contrahacer la realidad tal como es. Aprendía a saber algo de la vida una noche de verano, en Lyon, mirando los polichinelas en la feria de Perrache. El padre –un señor de chaqué, gran bigote blanco, barba fluida y respetable– contemplaba extasiado una puesta de sol sobre las aguas del Ródano y he aquí que se presenta su hijo de improviso, sin hacer ruido, de puntillas y con aspecto desencajado y de escasa tranquilidad crematística, y le da un garrotazo seco en la cabeza. La impresión del golpe súbito…, vista a través del periodismo, la realidad –la política y el dinero, que son los dos extremos de la realidad más apasionados y fabulosos, parecen un horario de trenes o un minueto dirigido por un viejo maestro de baile, afeitado, pasado de moda y pedante. No sabemos nada de nada y, aun así, somos pedantes–. Para hacer periodismo se debería poder contar con la gente de mayor autenticidad en cada país –los que han sabido liberarse del convencionalismo universitario y de las chapuzas oficiales–. Lo que se hace en su lugar, bajo la apariencia de ser algo preciso, moderado y matemático, va hundiendo a todo el mundo en el interior de un denso montón de trucos de comedia razonable. Llegará un momento en que nadie podrá tener una idea clara del hecho más simple e inmediato. Y dentro de unos años el hombre que por azar diga algo que se aproxime a la realidad, será condenado a la horca con la mayor naturalidad. Pero sospecho que estoy delirando por defecto. Lo que hemos de ver aún, Dios mío, si la salud nos acompaña…».

Josep Pla
«Un amigo: Albert Santaniol», en La vida amarga
 

0 comentarios: