En febrero de 1913 y en Berlín, nevó. Y Julio Camba, que estaba entonces por allí, no dejó escapar el tema, que era exactamente del tipo que a él más le gustaba:
“Hace veinticuatro horas que está nevando sobre Berlín. A mí, lo que más me gusta de la nieve son los artículos que se escriben acerca de ella. Otros compran los periódicos cuando hay crimen. Yo los compro cuando hay nevada. Desgraciadamente, ya casi ningún cronista se atreve a decir eso del blanco sudario, que es lo que a mí me gusta más que se diga acerca de la nieve. Hace seis o siete años todavía se decía. Hoy puede afirmarse que en las redacciones de Madrid no hay un solo periodista capaz de hacer un buen artículo sobre la nieve, así que nieva y la tirada de los periódicos no aumenta ni en veinticuatro ejemplares”.
Así comenzaba su artículo sobre la nieve en Berlín, con la ironía esa de que le gustaban los artículos que incluían el machacado tópico del “blanco sudario”. En realidad, su texto venía a probar que sí había un periodista –él, sin ir más lejos– capaz de hacer un buen artículo sobre el tema o, mejor dicho, con la excusa del tema. ¿Y hoy, existe tal ejemplar? Nadie crea que la pregunta trae la intención de nevar la fiesta el día en que entra la primavera y mucho menos pretende ser una invocación a los rigores invernales. Si la cuestión me parece pertinente en este momento es porque todavía tenemos cercano y congelado el recuerdo de las muchas nevadas de la pasada estación, que brindaron a los periodistas la ocasión propicia para demostrar sus méritos. En éstas, me acuerdo del artículo de Jacinto Antón sobre la nevada de Barcelona. Imagino que tal vez a Camba el texto le parecería algo barroco y es más que probable que El País no vendiese aquel día más ejemplares. Sin embargo, yo creo que algún mérito debía de tener cuando todavía no lo he olvidado, mientras que encuentro ya serias dificultades para recordar lo que traían los periódicos del desayuno de hoy.
“Hace veinticuatro horas que está nevando sobre Berlín. A mí, lo que más me gusta de la nieve son los artículos que se escriben acerca de ella. Otros compran los periódicos cuando hay crimen. Yo los compro cuando hay nevada. Desgraciadamente, ya casi ningún cronista se atreve a decir eso del blanco sudario, que es lo que a mí me gusta más que se diga acerca de la nieve. Hace seis o siete años todavía se decía. Hoy puede afirmarse que en las redacciones de Madrid no hay un solo periodista capaz de hacer un buen artículo sobre la nieve, así que nieva y la tirada de los periódicos no aumenta ni en veinticuatro ejemplares”.
Así comenzaba su artículo sobre la nieve en Berlín, con la ironía esa de que le gustaban los artículos que incluían el machacado tópico del “blanco sudario”. En realidad, su texto venía a probar que sí había un periodista –él, sin ir más lejos– capaz de hacer un buen artículo sobre el tema o, mejor dicho, con la excusa del tema. ¿Y hoy, existe tal ejemplar? Nadie crea que la pregunta trae la intención de nevar la fiesta el día en que entra la primavera y mucho menos pretende ser una invocación a los rigores invernales. Si la cuestión me parece pertinente en este momento es porque todavía tenemos cercano y congelado el recuerdo de las muchas nevadas de la pasada estación, que brindaron a los periodistas la ocasión propicia para demostrar sus méritos. En éstas, me acuerdo del artículo de Jacinto Antón sobre la nevada de Barcelona. Imagino que tal vez a Camba el texto le parecería algo barroco y es más que probable que El País no vendiese aquel día más ejemplares. Sin embargo, yo creo que algún mérito debía de tener cuando todavía no lo he olvidado, mientras que encuentro ya serias dificultades para recordar lo que traían los periódicos del desayuno de hoy.
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