Decía
un artículo de 1926 que existen “escritores probos y escritores vanales y cleptómanos”.
De la segunda calaña ofrecía un par de ejemplos:
«Ha
habido quien intentó cobrar dos veces un artículo publicado. ¿Y qué no decir en
cuanto a los llamados refritos? Dos
poetas hay actualmente en Madrid, que son los maestros en esto. El uno
sorprendió la buena fe de dos importantes publicaciones de la corte, y con ello
consiguió que apareciese el mismo verso en ambas, con sólo una semana de
intervalo. Y el otro, tras haber publicado una poesía en una de esas
importantes revistas gráficas, se presentó un día, a los pocos meses, y la
entregó, como si fuera nueva, al Director. Este le dijo: “Pero, hombre, C., si
esto lo publicamos ya”. Y el vate le contestó: “Sí, es verdad; pero sabe usted
que, por lo general, en España hace falta insertar tres veces la misma
composición, porque la primera, el lector no la mira siquiera; la segunda,
suele leer el título, y la tercera, es cuando se decide llegar desde éste a la
firma”».
El
vate vistió con ingenio el prosaico argumento que podría dar cualquier
fulanito: que sólo a partir de la tercera publicación –y del tercer cobro–
empezaba a rendirle algún beneficio menear la pluma. Habría que emprender una
campaña contra la mala prensa que acarrean los autores de refritos si no fuese
porque, como ya era público y notorio en 1926, «no
podemos creer que haya hoy editor émulo de Harpagón». Ni de Harpagón, ni de
Caco, que no se sabe de ningún director que en 2016 publique tres veces un mismo artículo pagándolo
sólo la primera… con calderilla y deo gracias.
0 comentarios:
Publicar un comentario