“La anécdota sobre Ricardo Fuente y
Manuel Bueno se contaba con frecuencia entre los periodistas de la época, y
Fuente la contaba también.
Habían ido los dos al Ministerio de la
Gobernación a ver al subsecretario, o a un alto empleado, a decirle que sabían
cómo se había hecho un pequeño chanchullo y que, por no decirlo o decirlo de
otra manera en el periódico, querían que les dieran dos mil pesetas. El subsecretario
o el empleado importante aceptó.
Apareció una nota en un periódico, tratando
del suceso y quitando importancia a lo ocurrido, y dándolo como un hecho
corriente.
La nota probablemente la escribiría
Bueno, porque Fuente tenía una falta extraña de facundia. Al día siguiente
fueron los dos periodistas al Ministerio de la Gobernación.
–Sube tú –dijo Fuente, que, a pesar de
su cinismo, quería guardar su fama de republicano austero.
Subió Bueno y bajó después con aire un
poco desolado, y Fuente preguntó:
–¿Qué pasa?
–Que no han querido dar más que mil
pesetas.
–¡Qué canallas! ¡Qué le vamos a hacer!
Vamos al café. Haremos allí las cuentas.
Llegaron al café Madrid, se sentaron
y, de pronto, Fuente dijo a Bueno con un impulso súbito:
–Sácate ese zapato.
–¿Por qué?
–Sácate el zapato. Ahí tienes el otro
billete.
–¿Cómo lo has comprendido? –preguntó
Bueno.
–Porque yo he hecho otra vez lo mismo
–dijo Fuente”.
Pío Baroja
Desde
la última vuelta del camino III
“El periodismo es una zapatilla”.
Luis Moras
Foto de Grey Villet (1959).
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