“La gente, o al menos así lo veo yo,
prefiere casi siempre que se hable mal de ella a que no se hable en absoluto:
cada vez que los pones a prueba (por lo menos, cuando yo lo intento) te
reafirmas en tu opinión. No es sólo que con ofrecerles el dedo para que se
suban se te echan encima como peces hambrientos; es que se salen del agua,
saltan por millares y corren brincando y boqueando con ojos desorbitados hasta
la puerta de tu casa. Ya conoces la expresión francesa, tener des yeux de carpe: expresa de manera muy
gráfica las miradas que rodean al joven periodista […]”.
Henry James
Los
periódicos
“El periódico resulta hoy, en efecto,
el gran atizador de la vanidad humana. […] ‘Salir en el periódico’, ver el
nombre impreso, citado en el periódico, resulta hoy, para una gran mayoría de
los mortales que viven en sociedad, la aspiración y la recompensa supremas.
En los regímenes aristocráticos, el
gran esfuerzo consistía en obtener, si no el favor, al menos la sonrisa del
príncipe. En nuestras democracias consiste en alcanzar las alabanzas del
periódico. Para conquistar esas benditas diez o doce líneas, los hombres hacen
de todo, incluso buenas acciones. Ni siquiera es necesario que esas líneas
contengan un panegírico, basta con que pongan el nombre, la personalidad en
evidencia, con la tinta bien negra, que hoy tiene un brillo más deseado que el
antiguo nimbo dorado. No hay clase que no se vea devorada por ese apetito
morboso de publicidad, que es tan vivo como en aquellos que parece que
prefieren una vida de oscuridad y silencio. Porque, ¿a qué vienen ahora, en
estos días, esos frailes dominicos, desde el fondo de sus claustros, a predicar
en los púlpitos de París sermones de Cuaresma tan enormemente teatrales y
promotores de escándalo? A conseguir una celebridad del tipo Coquelin, e interviews en los periódicos de
literatura elegante, y su retrato, con el hábito del gran Santo Domingo,
expuesto entre jockeys ilustres y
coristas de cancán del Moulin Rouge”.
Eça de Queirós
“Otra bomba anarquista. El señor
Brunetière y la prensa”
Ecos
de París
“Los periódicos son eco de la opinión
[…]. Los que más abominan de ellos en público son, por regla general, los que
en secreto los solicitan y adulan más. No hay manjar tan exquisito para los
hambrientos antojos de la vanidad como una columna de elogios en un diario que
circula mucho. Por algo dijo Timon que los periodistas son los que distribuyen
ese pan cotidiano llamado la notoriedad y la gloria de que chicos y grandes se
muestran tan golosos”.
Miguel Moya
“Prólogo”, El libro de la prensa
(Madrid, Renacimiento, 1911)
Foto de Thomas D. Mcavoy. Periodistas aguardando la llegada de Charles A Lindbergh (1939).
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