Piensa Deogracias que esto de escribir de balde es una
ruina. Y su jefe está de acuerdo, de hecho lleva tiempo acariciando una
solución para el quebranto económico, el suyo, por supuesto. “Yo, los artículos
literarios, en vez de pagarlos, los cobraría. La firma que llevan al pie es un
anuncio extraordinario”, decía Don Criterio, el personaje con que Cansinos
Assens disfrazó en La huelga de los
poetas a Leopoldo Romero, director de La
Correspondencia de España.
Pasan los años y las décadas y caen las hojas del calendario
y todo se descuelga; todo, menos la idea que lograría la suma perfección de los
sumandos en la contabilidad del empresario periodístico. De labios de Josep
Vergés la tuvo que escuchar Montserrat Roig. La joven periodista relató así el episodio:
“Dejé de colaborar para Destino por dos razones. La primera, económica. […] En el año 1972
pedí un aumento al señor Vergés, el propietario anterior al banquero Pujol, y
me contestó que los colaboradores no teníamos derecho a quejarnos, que encima
tendríamos que pagar para recibir ‘el honor’ de colaborar en su revista. Se lo
dije a Baltasar Porcel y me contestó: ‘Tú, aguanta, que ya verás como subes’.
No sé si quería decir subir en el sentido de trepar, no sé. Se lo dije a Néstor
Luján, y me encontró un puesto en otra revista donde se me pagó el triple por
el mismo trabajo. Me fui porque no quise seguir el consejo de Porcel ni tampoco
el que me dio Josep Pla. El consejo del viejo kulak era: ‘Más vale que tu amo
te pague poco, pero que te pague siempre’”.
Deogracias quiere consolarse de sus desgracias pensando
que el proyecto de Don Criterio y el señor Vergés nunca prosperará. Pero la
idea está madura y la conciencia de Deogracias, nunca como hoy, preparada para
acogerla con naturalidad. La conciencia reblandecida y las tragaderas
inmensamente dilatadas de los escribientes impedirán la rebelión. Más
conservadores que un viejo kulak, nunca han escuchado la proclama exaltada: “Si
no hubiera esclavos, no habría tiranos”.
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