“La profesión ha cambiado mucho desde aquellos años iniciáticos de Bilbao y Valladolid. Entonces apenas se hablaba de dinero. La crónica de internacional era una forma de tirar por elevación y escapar de las consignas oficiales. Después se pudo decir algo por vía metafórica, elípticamente. Los políticos palmeaban en tu espalda, abandonaban el tratamiento de usted y el régimen se venía abajo. Llegó la democracia pactada. Hemos compartido sus sobresaltos y sus bondades. Los periódicos se hacen ahora con pantallas, no huelen a tinta fresca, Gutenberg ha muerto otra vez. Siento que con ello se va una época de ilusión y lucha en las platinas. Pero tiene que ser así. Quizá ha pasado la era del periodista todo terreno que habla lo mismo del Vietnam que de las regatas en Oxford o la vida de las hormigas gigantes. El periodismo según Hemingway decía, y así me lo confirmó una tarde en la plaza de toros de Calahorra, es una profesión estupenda con tal de que se deje a tiempo. Quizá es una estupenda profesión a condición de seguir en ella”.
Manuel Leguineche
“Autobiografía. Los fantasmas rotos”
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