Steve McCurry, de paso por Madrid para vender su libro, se zafó lo mejor que pudo de las preguntas sobre la manipulación a la que sometió algunas de sus imágenes: «¿Es que no ha sido siempre el retoque parte de la fotografía?». Por ser más preciso o por dar mayor contundencia a su defensa, hubiese podido recordar que el retoque es anterior a la fotografía. La galvanoplastia y la fabricación de bobinas de papel continuo permitieron la industrialización de la imagen, es decir, el nacimiento de los semanarios ilustrados con grabados. El primero de todos, fundado el 14 de mayo de 1842, fue The Illustrated London News. «La primera página de su primer número –apunta Michel Melot– mostraba el incendio de Hamburgo: al dibujante se le había echado el tiempo encima y se había limitado a añadir llamas a una antigua vista de la ciudad. La primera imagen de actualidad estaba ya trucada».
«Demasiado perfectas», dijo Teju Cole de las fotografías de McCurry. Exacto, perfectos los colores, el encuadre y la composición, también los tópicos que capta su objetivo. Son de un preciosismo inofensivo, igual que lo eran los grabados de aquellos viejos semanarios ilustrados, que sólo mostraban estampas dignas, dignas de ser vistas por las familias en sus plácidos salones burgueses durante la merienda; igual que lo son las fotografías que hoy ilustran los periódicos, imágenes para el consumo de quienes creen que el mundo es un lugar hermoso y pulcro. El mismo periodismo que aprovechó la visita de Steve McCurry para despachar sus moralinas a propósito de la verdad es el que muestra a diario las imágenes demasiado perfectas de la propaganda o la publicidad, retocadas para ofrecer una falsificación embellecida de la realidad, limpias incluso de la costra de mierda que lleva adherida la guerra o la miseria de las catacumbas.
Se puede titular que la célebre foto de la niña afgana fue manipulada, aunque no haya constancia de ello en ese caso, porque la bomba de la sospecha le ha estallado a McCurry y sólo a él. El periodismo pone mucho cuidado en controlar este tipo de detonaciones. Siempre lo pillan a salvo.
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