“Llegó la hora, cogí la pluma de hacer
pesetas, como un pendolista de billetes de Banco de iniciativa individual, la pluma de falsificar 50 pesetas de literatura jocosa […] rasqué el ingenio…
y nada. […]
Estaba avergonzado de mí propio.
Temblaba como literato y como padre
de familia. ¡Dios mío!, pensaba, ¿qué es esto? ¿Es impotencia?”.
“Yo no soy novelista ni nada; nada más
que un padre de familia que no conoce otra industria que la de gacetillero
trascendental”.
“Tengo tres hijos y salen a muchos artículos
cada uno”.
“Yo… por dinero baila el perro”.
“Los cien artículos que por mi mal y
mis garbanzos escribo a los 32 vientos”.
“… mi colaboración periódica, o sea
los garbanzos”.
Definición del "palique": “Modo de
ganarse la cena el autor honradamente a falta de pingües rentas”.
“¡Esos paliques! Pobres paliques.
Como quien dice: ¡pobres garbanzos!”.
“Quisiera yo ver a Goëthe necesitando
escribir a diario para el garbanzo, y queriendo llevar adelante la autoeducación”.
“[No escribo] más que por dinero y por
bastante dinero, que es la medida del valor de uno”.
“Haré yo lo que mucho trabajo me
cuesta que es escribir de balde aunque sea dos o tres veces al año solo”.
“Las letras necesitan ser muy económicas, si quieren tener la
necesaria dignidad e independencia; es indispensable ganarse los garbanzos
suficientes para poder desafiar las iras oficiales”.
“No he entendido claramente la
invitación de usted a escribir en su Madrid
Cómico. ¿Se trataba de escribir gratis? En ese caso con mucho gusto regalo
a usted el artículo publicado; y siento, por mis ocupaciones lucrativas, no
poder continuar honrándome con esta colaboración.
¿Se paga? En ese caso con no menor
gusto cobraré mi artículo; y si usted quiere…”.
“Si vuelven a verme por aquí [Madrid Cómico], pueden decir para su
coleto: ‘A este le pagan más que antes’.
No hay más filosofía en el asunto”.
“Los paliques son los artículos que
más trabajo me cuesta según me hago viejo y en cambio son los que menos me
valen”.
“Tengo calculado que por término medio
cada cuartilla que escribo me vale cinco pesetas, un duro, que es como yo
cuento. En rigor me valen más, pues son pocos los artículos en que bajan de un
duro y muchos en los que suben”.
“…artículos sueltos a precios módicos,
por ejemplo […] a diez duros. Si quiere, avise”.
“…dinero que me dan, más que los
libros, los periódicos a quien voy cobrando caro las puntadas”.
“Tengo parroquia para hacer artículos
de quince duros todo el mes seguido sin levantar cabeza”.
“Escribir durante un cuarto de siglo
casi un artículo diario, y muchas veces ¡dos!”.
“Los humildes coches de punto de la
literatura […] tenemos que repetirnos”.
“¡Cuántas veces, por cumplir un
compromiso, por entregar a tiempo la obra del jornalero acabada, me sorprendo
en la ingrata tarea de hacerme inferior a mí mismo, de escribir peor que sé, de
escribir lo que sé que no vale nada, que nada importa, que sólo sirve para
llenar un hueco y justificar un salario”.
“Escribo mucho porque la vida es cara;
no por dejar cuatro ochavos más a mis hijos”.
“Hágame el favor de apreciarme a mí un
poco más que a mis escritos; recuerde que escribo para comer”.
“¡Ay, don Benito! Ya tengo tres hijos
y sólo en juguetes me gastan un dineral; de modo que escribo como un cavador y
a veces apenas sé lo que digo”.
“Apenas sé lo que escribo; debo una
porción de cuartillas y estoy muy atrasado de trabajo. ¿Cómo podría yo ganarme
dos millones para no escribir como escribo?”.
“Tentaciones de mandar telegramas a los periódicos diciendo:
Clarín ha muerto. Se ha pegado un tiro en el seudónimo. Ya no hay Clarín.
Y dedicarme exclusivamente a la
filosofía. Con firma entera […]. ¿No habrá por ahí un millonario, mi admirador
[…] que me diga: le regalo a usted una porción de miles de duros, para que
usted pueda descansar y dedicarse a la filosofía, olvidado de los paliques. No
le impongo a usted más que la obligación que la de escribir antes de cinco años
una Crítica de la razón que eclipse a la de Kant?
Y la escribo. Vaya si la escribo, con
eclipse y todo.
Escribo la Crítica de la razón purísima.
¡Cualquier cosa antes que el palique
número 999.999!”.
"Pues este Nerón editorial, este Calígula empresario, héroe de la trata de papel impreso, pide artículos por ahí a los escritores más o menos conocidos y después de ofrecer que pagará 'en la medida de sus fuerzas' nunca se acuerda de medir nada y no paga aunque le aspen, sin duda 'porque no quiere servir de escabel a nadie', como decía un literato asturiano que tampoco pagaba... a la patrona.
Yo no he tenido nunca trato ni contrato con ese hombre, porque mi única cualidad digna de elogio, en cuanto literato, es una que nunca me han alabado mis amigos, y consiste en oler donde no guisan, quiero decir, donde no pagan; tengo, fuera modestia, un defecto excelente para huir de los malos pagadores; y como no creo con mucha formalidad que el tesón y hasta la dignidad literaria del escritor consiste, entre otras cosas, en no dar puntada sin hilo, en cobrar por su trabajo y en perseguir cualquier actio nata con el empeño y la energía que Catón el Censor enseñaba a sus hijos, por todo esto, he llegado a adquirir cierta habilidad de comisionado de apremios, y, en buen hora lo diga, casi nadie me debe nada".
[Todas las citas están tomadas de “El
intelectual y la ‘pluma de hacer pesetas’”, de Jean-François Botrel, que
introduce el vol. IX de las Obras
completas de Clarín, publicadas por Ediciones Nobel, excepto la última que pertenece al artículo "Teatro crítico. Sinfonía", publicado en La Justicia, 4 de abril de 1888, e incluido en el vol. VII de las OC]
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