“Un señor toma el tranvía después de
comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con
el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un
montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.
Apenas queda solo en el banco,
el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un
muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra
vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja
convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el
camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven
los diarios después de estas excitantes metamorfosis”.
Julio Cortázar
"El diario a diario"
Historias
de cronopios y de famas
Fotografía de Dmitri Kessel: Viejas planchas de impresión del New York Times, desplegadas cual alas de mariposas y dispuestas para las excitantes metamorfosis.
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