“Me he pasado toda mi vida de
reportera tirando piedrecitas a un gran lago, aunque no tengo ninguna forma de
saber si alguna de ellas causó la menor conmoción. No creo preciso preocuparme
por ello. Mi responsabilidad fue intentarlo”.
“Escribir y crear en el centro de la
civilización y de la publicidad, como Hugo y Lherminier, es escribir. Porque la
palabra escrita necesita retumbar, y como la piedra lanzada en medio del
estanque, quiere llegar repetida de onda en onda hasta el confín de la
superficie; necesita irradiarse, como la luz, del centro a la circunferencia. Escribir
como Chateaubriand y Lamartine en la capital del mundo moderno es escribir para
la humanidad; digno y noble fin de la palabra del hombre, que es dicha para ser
oída. Escribir como escribimos en Madrid es tomar una apuntación, es escribir
en un libro de memorias, es realizar un monólogo desesperante y triste para uno
solo. Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una
pesadilla abrumadora y violenta. Porque no escribe uno siquiera para los suyos.
¿Quiénes son los suyos? ¿Quién oye aquí?”
Mariano José de Larra
El Español, núm. 420, 25 de diciembre de 1836
Fotografía de Bob Gomel (1967). Los tipos móviles, las piedrecitas que tiran al agua los periodistas.
2 comentarios:
Muchas gracias, una maravilla su blog
Muchas gracias a usted, por su visita y por su generoso comentario.
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