Zoología periodística |
"El calamar se parece al periodista en dos cosas fundamentales: en que puede tomar a voluntad el color que más le convenga y en que se defiende con la tinta”.
Julio Camba
El
Sol, 26 de agosto de
1924
“Ello no se puede negar que un periodista es un ser muy bien criado, si se atiende a que no tiene voluntad propia; pues sobre ser bien criado, debe participar también de calidades de los más de los seres existentes: ha menester, si ha de ser bueno y de dura, la pasta del asno y su seguridad en el pisar, para caminar sin caer en un sendero estrecho, y como de esas veces fofo y mal seguro; y agachar como él las orejas cuando zumba en derredor de ellas el garrote. Necesita saberse pasar sin alimento semanas enteras como el camello, y caminar la frente erguida por medio del desierto. Ha de tener la velocidad del gamo en el huir para un apuro, para un día en que Dios disponga lo que él no haya puesto. Ha de tener del perro el olfato, para oler con tiempo dónde está la fiera, y el ladrar a los pobres; y ha de saber dónde hace presa, y dónde quiere Dios que hinque el diente. Le es indispensable la vista perspicaz del lince para conocer en la cara del que ha de disponer lo que él debe poner; el oído del jabalí para barruntar el runrún de la asonada; se ha de hacer, como el topo, el mortecino, mientras pasa la tormenta; ha de saber andar, cuando va delante, con el paso de la tortuga, tan menudo y lento que nadie se lo note, que no hay cosa que más espante que el ver andar al periodista; ha de saber, como el cangrejo, desandar lo andado, cuando lo ha andado de más, y como de esas veces ha de irse sesgando por entre las matas a guisa de serpiente; ha de mudar camisa en tiempo y lugar como la culebra; ha de tener cabeza fuerte como el buey, y cierta amable inconsecuencia como la mujer; ha de estar en continua atalaya como el ciervo, y dispuesto como la sanguijuela a recibir el tijeretazo del mismo a quien salva la vida; ha de ser, como el músico, inteligente en las fugas, y no ha de cantar de contralto más que escriba con trabajo; y a todo, en fin, ha de poner cara de risa como la mona. Esto con respecto al reino animal”.
“Vmd. me
dirá: […] ¿qué conexión tienen los perros con los periodistas? ¿Que si tienen?
¿Pues no está vmd. viendo que no hay una cosa más parecida, y que ellos como los
perros ladran , muerden, rabian , revuelven los estercoleros, y traen á los
vecinos en continuo susto y en perpetua agitación ? Y no para en esto el daño,
sino que cuando juzgan que sus ladridos no son bastantes para causar todo el mal
que quisieran, destacan una garulla de ciegos y mujerzuelas que se desgañitan
por las calles, publicando por dos cuartos una multitud de anécdotas
escandalosas, que no se han podido despachar en una librería por ocho ó diez.
Pero lo que
me hace creer, que la rabia periodística es la más cruel de las rabias, es que
muerden a diestro y a siniestro; pierden hasta el sentido común, y muchas veces
se muerden a sí mismos”.
Manuel José Centeno
Carta XX
“Ello no se puede negar que un periodista es un ser muy bien criado, si se atiende a que no tiene voluntad propia; pues sobre ser bien criado, debe participar también de calidades de los más de los seres existentes: ha menester, si ha de ser bueno y de dura, la pasta del asno y su seguridad en el pisar, para caminar sin caer en un sendero estrecho, y como de esas veces fofo y mal seguro; y agachar como él las orejas cuando zumba en derredor de ellas el garrote. Necesita saberse pasar sin alimento semanas enteras como el camello, y caminar la frente erguida por medio del desierto. Ha de tener la velocidad del gamo en el huir para un apuro, para un día en que Dios disponga lo que él no haya puesto. Ha de tener del perro el olfato, para oler con tiempo dónde está la fiera, y el ladrar a los pobres; y ha de saber dónde hace presa, y dónde quiere Dios que hinque el diente. Le es indispensable la vista perspicaz del lince para conocer en la cara del que ha de disponer lo que él debe poner; el oído del jabalí para barruntar el runrún de la asonada; se ha de hacer, como el topo, el mortecino, mientras pasa la tormenta; ha de saber andar, cuando va delante, con el paso de la tortuga, tan menudo y lento que nadie se lo note, que no hay cosa que más espante que el ver andar al periodista; ha de saber, como el cangrejo, desandar lo andado, cuando lo ha andado de más, y como de esas veces ha de irse sesgando por entre las matas a guisa de serpiente; ha de mudar camisa en tiempo y lugar como la culebra; ha de tener cabeza fuerte como el buey, y cierta amable inconsecuencia como la mujer; ha de estar en continua atalaya como el ciervo, y dispuesto como la sanguijuela a recibir el tijeretazo del mismo a quien salva la vida; ha de ser, como el músico, inteligente en las fugas, y no ha de cantar de contralto más que escriba con trabajo; y a todo, en fin, ha de poner cara de risa como la mona. Esto con respecto al reino animal”.
Mariano José de Larra
[El maestro, también en el arte de confeccionar pullas, añade
a esta zoología, una botánica y una mineralogía periodística en “El hombre pone y Dios dispone, o lo que ha de ser el periodista”. Revista Española, núm. 180, 4 de abril
de 1834]
Fotografía: El primate asesino de 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) lee en la prensa las útimas declaraciones de Zaratustra.
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