“El periodismo, en vez de ser una
especie de sacerdocio, se ha convertido en un medio en manos de los partidos;
de medio ha pasado a ser un negocio; y como todos los negocios, no tiene ni
credo ni ley. Todo periódico es […] una tienda en la que se venden al público
palabras del color que éste quiere. Si existiera un periódico para jorobados,
probarían mañana y tarde la belleza, la bondad y la necesidad de los jorobados.
Un periódico no está hecho para ilustrar, sino para halagar las opiniones. Por
ello, dentro de un tiempo, todos los periódicos serán viles, hipócritas,
infames, mentirosos, asesinos; matarán las ideas, las filosofías y a los
hombres, y florecerán por eso mismo. Disfrutarán del privilegio de todo
organismo colectivo: se hará el mal sin que nadie sea responsable de ello”.
Honoré de Balzac
Las
ilusiones perdidas
“[…] nuestra ‘industria’ no es como otra cualquiera, sino empresa desinteresada e improductiva, donde la propaganda de ideas lo es todo y los provechos personales nulos. Dejara la prensa obrera de rendir culto exclusivo y honrado a las doctrinas que sustenta, y dedicárase a la explotación del suceso escandaloso, a la adulación de los poderosos y al reclamo mercantil, y entonces se confundiría en esa industria periodística que hace de la prensa burguesa inmunda cortesana que vende sus favores al político aventurero, al bandido agiotista y al truhán afortunado”.
El
Socialista
21 de agosto de 1888
“[…] pero dígaseme: ¿no apena ver al
capitalismo en contacto con la vida intelectual? ¿No conduele ver al periódico,
esta gran conquista de la civilización moderna, dependiente, no de los
lectores, no de los consumidores de la mercancía, no tampoco de nosotros los
productores, y sí en manos de los grandes negociantes de la publicidad, de los
gobernantes y políticos? El periódico ¿no evolucionará? ¿Estará destinado a
ser, en su mercantilismo presente, la forma más elevada y la última palabra del
servicio de la información? Si esto nos tiene deparado la Providencia, cerremos
los ojos para no verlo”.
Edmundo González-Blanco
Historia
del periodismo. Desde sus comienzos
hasta nuestra época
(1919)
“[…] es frecuente escuchar críticas en
el sentido de la inmoralidad, o poco menos, de quienes se dedican a comerciar
con la información, y es fácil detectar las protestas que se alzan porque ésta
se haya convertido en una mercancía. Una mercancía, en la economía desarrollada capitalista, lo es todo, empezando
por las necesidades primarias del hombre: alimentación, vivienda y vestido,
educación y salud. Mercancía son también, en nuestra organización social el
trabajo, el dinero –al margen de su consideración como instrumento de cambio–,
el arte, la poesía y la religión. ¿Por qué debería sentirse avergonzado el
mundo de la prensa y los medios de comunicación por dedicarse al lucro? […]
Una garantía de independencia la
constituye, de forma relevante, la rentabilidad de la propia empresa. […] Eso
es algo tradicionalmente mal comprendido por muchos periodistas, afincados en
la versión romántica, casi bohemia, de la profesión y que piensan que la pobeza
es condición inalienable de la libertad, quizá como reacción a la infamia de
quienes suponen que ésta resulta, sobre todo, muy cara, pues tienen una fe
ciega en la capacidad del dinero para comprarlo o corromperlo todo”.
Juan Luis Cebrián
El
pianista en el burdel
“[…] en cuanto el objetivo sea
financiero y no periodístico el periódico decae y se cae. En cuanto se empieza
a destruir el contenido periodístico del diario no hay la más mínima
posibilidad de éxito. Imagínese: se compra una orquesta, y lo primero que hace
es deshacerse de los violonchelos, total, para lo que sirven; y después se deshace
de los timbales... ¡Y luego te pones a tocar a Beethoven y no te sale!
Beethoven no suena del mismo modo sin los timbales o sin los violonchelos, de
igual manera que un periódico no suena a periódico cuando ha perdido a su
equipo internacional o a sus corresponsales”.
Harold Evans
Fotografía de Lewis W. Hine: Vendedor callejero de periódicos. New Jersey.
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