“Cuando
la señora Woltersheim le leyó [al abogado Blorna] por teléfono el artículo del
PERIÓDICO DEL DOMINGO no se fió –como suele decirse– de sus sentidos (en este
caso de un sentido concreto: el oído), y se hizo leer otra vez el texto. Luego,
estalló. Gritó, buscó en la cocina una botella vacía, la encontró y corrió con
ella al garaje, donde, para su suerte, encontró a su mujer, quien le impidió
confeccionar un auténtico cóctel Molotov, que se proponía arrojar a la
redacción del PERIÓDICO […]. Conviene reflexionar sobre el asunto: un hombre de
cuarenta y dos años, con formación académica, que desde hacía siete años
contaba con el respeto de Lüding y de Sträubleder por su manera clara y
realista de conducir las negociaciones a nivel internacional en el Brasil, en
la Arabia Saudí, en Irlanda del Norte; o sea, que de ningún modo se trataba de
un provinciano, sino de un hombre absolutamente cosmopolita. Pues bien: esta
persona era la que se proponía confeccionar un cóctel Molotov”.
Heinrich
Böll
El honor perdido de Katharina Blum.
O cómo surge la violencia y adónde puede conducir
Fotografía de Margaret Bourke-White (1946): Mahatma Gandhi sometiendo sus convicciones pacifistas a la prueba más comprometida, la lectura de la prensa.
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