Plumas y pullas (XLVI)



“El periódico atrasado que sirve de fondo a un cajón guarda en conserva un antiguo día y leemos sus noticias como si fueran noticias que hubiésemos ahorrado”. 

Ramón Gómez de la Serna


“Y si me añades que no puede ser de ventaja alguna el ir atrasados con respecto a los demás, te diré que lo que no se conoce no se desea ni echa menos; así suele el que va atrasado creer que va adelantado, que tal es el orgullo de los hombres, que nos pone a todos una venda en los ojos para que no veamos ni sepamos por donde vamos, y te citaré a este propósito el caso de una buena vieja que en un pueblo, que no quiero nombrarte, ha de vivir todavía, la cual vieja era de estas muy leídas de los lugares; estaba suscrita a la Gaceta, y la había de leer siempre desde la Real orden hasta el último partido vacante, de seguido, y sin pasar nunca a otra sin haber primero dado fin de la anterior. Y es el caso que vivía y leía la vieja (al uso del país) tan despacio y con tal sorna, que habiéndose ido atrasando en la lectura, se hallaba el año 29, que fue cuando yo la conocí, en las Gacetas del año 23, y nada más; hube de ir  un día a visitarla, y preguntándola qué nuevas tenía, al entrar en su cuarto, no pudo dejarme concluir; antes arrojándose en mis brazos con el mayor alborozo y soltando la Gaceta que en la mano a la sazón tenía:
-¡Ay, señor de mi alma! -me gritaba con voz mal articulada y ahogada en lágrimas y sollozos, hijos de su contento-, ¡ay, señor de mi alma! ¡Bendito sea Dios, que ya vienen los franceses, y que dentro de poco nos han de quitar esa pícara Constitución, que no es más que un desorden y una anarquía!
Y saltaba de gozo, y dábase palmadas repetidas; esto en el año 29, que me dejó pasmado de ver cuán de ilusión vivimos en este mundo, y que tanto da ir atrasado como delantado, siempre que nada veamos, ni queramos ver por delante de nosotros”.

El Pobrecito Hablador, 11 de septiembre de 1832

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