"Y
el olor de las pilas de periódicos [...], ese olor era ahora muy
perceptible, un olor a moho que se notaba especialmente los días de
lluvia o humedad".
E. L. Doctorow
"¡Y
pensar, amigo mío periodista, que estos nuestros escritos volátiles irán, como
las hojas secas en otoño, a pudrirse, olvidados en el suelo del bosque! […] Mas
no se acongoje. Hoy los grandes escritores tienen que hacerse periodistas. Ante
todo por una razón económica que no he de encarecerle. […] Este ejercicio, a mi
modo, del periodismo –o ensayismo periódico– podrá haberme desviado de otra
actividad, pero ¡me ha emancipado de tantas cosas...! […] ¡Libertan tanto
ciertas servidumbres…!! […] Hagamos pues periodismo, pero con toda el alma”.
“Al periódico se le moteja de
superficial, en cuanto a la serena meditación de los hechos, por esa vigencia
de un día o de unas horas; ese vivir efímero como el de ciertos insectos que
mueren apenas ven la luz; pero en la trepidante vida de sus ediciones –centellas
que se extinguen– está su condición de instantáneas que recoge una cámara
maravillosa en el punto mismo en que la actualidad se deja sorprender”.
Clemente Cimorra
“El periodista es una máquina
fotográfica; una instantánea frente al dibujo a lápiz o al óleo minucioso del
literato.
Yo amo al periodismo porque es ligero
y efímero como el mes de mayo, porque escribe en hojas que se marchitan y se
lleva el aire, porque tiene un perfume de oportunidad que se evapora en una
hora, porque de martes a miércoles una crónica pierde fragancia o se puede
morir y, en cambio, encajada en su día exacto (como en un tiesto) se refresca
con ese rocío que no conocieron los escritores antiguos y que se llama
actualidad”.
Corpus Barga
Los pasos contados. I.
Mi familia. El mundo de mi infancia
“La superstición de las páginas encuadernadas […]. El periódico es efímero –se dice– mientras que el libro permanece. Los articulistas han insistido melancólicamente en ese tópico. No estoy yo muy convencida de que las hojas sueltas de los periódicos, que simbolizan lo efímero casi tanto como la rosa, lo sean mucho más que las cosidas y encuadernadas de los libros que, en su mayoría, son también, parafraseando a los poetas barrocos, pompa y alegría de un solo momento para dormir luego en la noche fría del olvido. Los escritores solían, y suelen, recoger posteriormente sus colaboraciones periodísticas en libros, seguramente para sacarles un rendimiento económico suplementario, pero también creyendo que así desafían mejor al olvido. Vana ilusión. He comprobado que, excepto en el caso de los muy famosos, es frecuentemente más fácil localizar sus artículos en las hemerotecas que sus libros en las bibliotecas”.
Mª Cruz Seoane
“La literatura en la Hemeroteca”
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