Academizados y panteonizados


En 1909, cuando se conmemoraba el centenario del nacimiento de Fígaro, se celebró en Madrid un banquete en honor del periodista. Fue convocado con nocturnidad, a las nueve de la noche, y alevosía, en Fornos. La revista Prometeo informó sobre los reunidos: “Todos los sesenta y tantos éramos un poco lunáticos”. Y añadía que, tutelando la sesión, entre Ramón Gómez de la Serna y Colombine, tenía su asiento el lunático primero: “La presidencia la ocupaba el festejado Mariano José. Sólo algún necio hubiera asegurado que estaba vacío su hueco”.

Es fácil deducir que el acto no tuvo ningún lustre oficial ni profesoral. Precisamente esa era la intención, rebelarse contra el sentido que la efeméride estaba adquiriendo. “Todo centenario –dijo Gómez de la Serna durante la velada– se me representa como un aniquilamiento. Nos combaten con él suspectamente. Hace perder su carácter al que lo sufre. Es un simulacro de amistad, que hace fracasar lo más grande del homenajeado: sus enemistades”. Los asistentes sentían vivo a Larra y también la España que satirizó. Así que Gómez de la Serna arremetió contra los que remataban a Larra para ocultar la vigencia de su denuncia:

“Decía que no ha cambiado nada, todo es tan craso y tan chato. Por eso hay que desconfiar de los viejos y de los teñidos que han hecho suya la figura de Larra y le han academizado después de muerto. […] Ante este dato yo me pregunto: ¿Y cómo siguiendo todo lo mismo se le panteoniza ahora? Porque desde luego hay una mala intención en los centenarios que preparan esas colectividades con derecho a elegir senadores. Hay que decirlo esta noche, los otros no tienen ningún derecho a ser los apoderados de la gloria de Fígaro, y más diré: de ninguna gloria. Tienden a hacerle claudicar después de muerto, y nosotros no debemos consentirlo. Destripémosles. Su afán es capitalizarlo todo, transformarlo cuando llega a ser prestigioso, en papel del Estado, en crédito público, en valor cotizable en Bolsa, fundiendo su cuño para troquelar el oficial”.

Larra, en 1909 y en 2009, academizado y panteonizado. Exactamente lo mismo que quieren hacer en el cincuentenario de 2010 con Albert Camus.


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