Leo a Anton M. Espadaler en La Vanguardia (8-VII-2008): “Ignoro qué lugar ocupa hoy Xammar en las estanterías de las facultades de periodismo”. Le ahorro a Espadaler el enlace al catálogo de las bibliotecas de las facultades madrileñas de periodismo (que ni siquiera se llaman así, sino de Comunicación o Ciencias de la Información, lo que, por supuesto, nada tiene que ver con la casualidad) para evitar el espectáculo desolador del desierto en forma de resultado de la búsqueda.
Continúa el artículo: “Pero si quien fue descrito por Pla como ‘el hombre más inteligente que conozco’ y por Salvador de Madariaga como ‘el hombre más inteligente de Europa’ no figura en el número de los imprescindibles, ese vacío significaría que alguna cosa, y no precisamente buena, chirría en los actuales planes de estudio”. Espadaler me ahorra el comentario sobre la ausencia de Xammar y otros periodistas de su generación en unas universidades que no pueden reconocer su magisterio, porque desconocen su obra. Claro que algún profesor habrá que tenga la osadía de hablar de ellos, a título de fósiles ilustres, en sus clases de historia del periodismo.
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