La evocación de los caballos venecianos y, en particular, de la estatua ecuestre del condottiero Bartolomeo Colleoni, obra de Andrea Verrocchio, trajo a la memoria de Juan Rof Carballo el recuerdo de la lectura infantil de un artículo de Corpus Barga sobre la fauna equina madrileña. Quién sabe si el texto sería uno de los recogidos en Paseos por Madrid, aquel en el que protestaba por toda aquella “caballería aérea para cocearnos la mirada” con la que los arquitectos estaban rematando los edificios de la Gran Vía y Alcalá. O tal vez fuese aquel otro en el que juzgaba la estatua ecuestre de Felipe IV, obra de Pietro Tacca, en la Plaza de Oriente, como la mejor de Madrid y de cualquier otra ciudad del mundo, más genial incluso que la del Colleone. Rof Carballo me lleva de Venecia a Madrid y Corpus Barga, de Madrid a Venecia. Me fascina descubrir dos artículos que riman, tanto como cabalgar por los corredores que abren entre las dos ciudades.
[Imagen: Rimozione del monumento equestre di Bartolomeo Colleoni; Venezia; 1915-1918. Foto Archivio Storico Trevigiano–Treviso].
0 comentarios:
Publicar un comentario